Aquel
día, en la asignatura de Ciencias de la Naturaleza del cuarto Curso de
Educación Primaria, apareció un nuevo maestro un tanto curioso. Este era de
mediana estatura, con una barba densa y el pelo algo largo. Al principio, se le
notaba serio, a la vez que introvertido. A medida que fueron pasando los días,
esa timidez fue desapareciendo, hasta que pude descubrir a una persona cercana,
que se esforzaba por comprendernos a todos y cada uno de nosotros. En
ocasiones, me daba la sensación de que no era como el resto de los maestros y
maestras que había tenido.
Conforme
fue pasando el tiempo, la forma de aprender ciencias ya no era la misma. Me
encontraba muy frustrado por no comprender aquello que estaba sucediendo. Ya no
trabajábamos con el libro, entonces ¿cómo iba a saber responder lo que se me preguntaba? Por lo visto,
teníamos partir de nuestras experiencias previas, pero pensar era demasiado
difícil. ¿Dónde estaba el libro con las respuestas? Aunque no lo entendiera
todo, podría leer el apartado tres que habla sobre la descomposición de la luz
blanca y… ¡Pan comido!
Poco a
poco todo fue cogiendo sentido. Ya no era necesario empollar páginas y más
páginas de aquel libro que, curso tras curso, jamás acabábamos. Aquellas
palabras más que incomprensibles por un niño de mi edad, comenzaban a coger
sentido. El libro pasó de ser un referente incuestionable para convertirse en una
herramienta más dentro del aula. Incluso contábamos con un cuaderno para cada
uno de nosotros, dónde tomábamos nuestras notas y se podían comprobar nuestros
avances. En ocasiones también bajábamos al recreo para hacer de científicos,
realizando experimentos como un grupo de investigadores profesionales. Además,
aunque éramos algo escandalosos, también hacíamos debates.
Todo
esto me encantó de aquel maestro, pero si con algo me tengo que quedar es con
esas ganas e ilusión por enseñar. Aquella forma tan extraña de aprender me hizo
comprender que quizás lo que complicaba la tarea no era el contenido, sino la
forma de llegar hasta él.
Práctica sin corregir:
Corregido por Miguel Jordà Camps, no encontré fallos.
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