Querido diario,
Se acabó. Puede que hoy sea el
último día que escriba en tus páginas con bolígrafos de tinta real. Ayer lo
hicieron oficial. Se prohíbe el uso del papel. Ya no sentiremos el olor a
libro, ni volveremos a tener uno en las manos, los están quemando en la calle. El
Estado ha prohibido su uso, y a partir de este momento todo se tendrá que
escribir y leer a través de una pantalla, y toda la información será filtrada
primero por el gobierno. Debo buscar otro trabajo, también han despedido a
todos los maestros y profesores, dicen que, con los ordenadores, sistemas
inteligentes y dispositivos de realidad virtual ya no nos necesitan. Están
programando los hologramas para que no puedan tener opinión ni sentimientos, nos
sustituyen en las aulas como si fuesen nosotros, pero esta ilusión sólo dice lo
que el Estado programa.
Los niños ya no escriben con lápices,
ni piensan por si mismos, si alguno decide salirse de lo establecido pasa
largas horas visionando documentales de adoctrinamiento, para ser buen
ciudadano, dicen… Se han prohibido asignaturas como plástica o música, porque
favorecen la imaginación y la creatividad de los pequeños, y eso es peligroso. Los
niños llevan implantes de seguimiento hasta los dieciocho años, con los que los
padres pueden oír, ver y saber todo lo que sus hijos hacen y aprenden durante
el día, incluso pueden bloquear comentarios o visiones que los adultos quieren
que sus hijos no vean, manipulando así el cerebro infantil.
La literatura infantil se ha
restringido y solo algunos cuentos se han informatizado, cuentos clásicos, con
estereotipos muy marcados pero que son lo único que se acepta. Las niñas tienen
que vestir de rosa y los niños de azul, no pueden jugar juntos ni jugar a cosas
que no sean las que el Estado ha dictaminado. Se prohíbe jugar a disfrazarse,
intercambiar papeles y el juego simbólico está muy controlado. Las niñas deben
dejar el patio para que jueguen los niños, mientras ellas los observan desde la
periferia. Se ha implantado la asignatura “Buena mujer, buen marido” y todo
niño debe asistir.
El horario escolar comienza a las
siete de la mañana y finaliza a las siete de la tarde, porque muchos padres
trabajan y necesitaban alargarlo, después del colegio empiezan las
extraescolares que finalizan a las nueve, así los padres descansan de sus
hijos. Dicen que es por su bien, cuanto antes empiecen a estudiar idiomas,
matemáticas y otras asignaturas, antes estarán preparados para la vida.
No se permite jugar en los
restaurantes, y si una familia quiere entrar con sus hijos es obligatorio que
los niños no hagan ruido, no lloren y sobre todo que estén utilizando sus
tablets para no entorpecer al resto de comensales.
Me he unido a la Resistencia,
estamos intentando reclutar gente que se une a la causa, destrozar el sistema y
volver a la educación de hace veinte años, de la que hablábamos en la
asignatura de Investigación Didáctica de las lenguas y la literatura, somos el “Movimiento
Rovira” y nos hacemos llamar los “gatos”, silenciosos y sigilosos, actuamos de
noche, dejando debajo de las almohadas de los niños, álbumes ilustrados y
cuentos que hemos rescatado del fuego. Destrozando los hologramas que se hacen
pasar por nosotros y hackeando la red inalámbrica que da vida al sistema
educativo actual. Poco a poco conseguimos llegar a más hogares y hemos fundado
una escuela alternativa y secreta, que esperamos que vaya creciendo. Tenemos la
esperanza de que la generación del “Movimiento Rovira” destruya el Sistema.
He
de marcharme, nos esperan días duros, pero lo lograremos.
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