Siempre va de cuadritos blancos y rojos, se sienta en sillas pequeñas como nosotros y tiene el pelo largo. Da muchos abrazos, nos hace cosquillas cuanto estamos en el patio, canta un poco mal y nos cuenta muchos cuentos.
Cuando Sandra estuvo con nosotros aprendimos muchas cosas sobre China y es que... ¡vino a vernos el Emperador! Por eso, hicimos actividades divertidas como hacer galletas de la fortuna, construir la Gran Muralla China o escribir con tinta. Pero sin duda, lo que más recuerdo, son sus historias. Daba igual que día de la semana fuese, ella siempre leía un cuento, o una leyenda, o recitaba una poesía, A veces, incluso, inventábamos nuestras propias historias. Nos gustaba tanto el "momento lectura" que cuando se fue nos regaló su "creador de historias", y nosotros a ella, para que nos recordase, un cuento.
Supongo que todos recuerdan a sus profesores con cariño, y si el profesor o profesora es de educación infantil, todavía más. Es por ello, que recordar a Sandra lleva implícitos todos esos momentos de cosquillas y juegos. Pero sobre todo, como ya he dicho, la recuerdo hablando o contando una historia, y gesticulando con sus divertidos gestos. Porque cuando hablaba de algo movía mucho las manos y eso, a mi parecer, lo hacía todo más entretenido y divertido. Más ameno.
Ahora bien, como todos sabemos, las historias se entremezclan y varían en función de la perspectiva de quien las cuenta y nuestras influencias. De ahí, que este "otro yo" pueda ser la visión que un alumno tiene sobre mí, pero si sustituimos mi nombre por otros como Andrés o María, podría ser mi visión, y recuerdo, sobre algunos de mis grandes profesores, pues yo he tratado de ser recordada como los recuerdo a ellos. En definitiva, transmitir el cariño y el amor por la lectura que me dieron a mi.
Antes de la corrección
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