Hoy, 26 de enero de 2040, me he levantado de la cama y he permanecido
sentada en ella reflexionando sobre cómo ha cambiado todo en apenas 20 años.
Desde que la tecnología fue avanzando y los recursos TIC empezaron a
utilizarse en el ámbito educativo todo empezaron a ser progresos, tanto para
los docentes como para el alumnado, pues enseñar y aprender mediante estos
recursos (pizarras digitales, realidad aumentada, tabletas,…) resultaba muy
motivador para el alumnado y también era positivo para el profesorado que se
enorgullecía de los buenos resultados académicos de niños y niñas que
disfrutaban aprendiendo. Pero poco a poco, a medida que los años fueron
pasando, la situación se volvió algo más preocupante.
Yo, que siempre había pensado que el avance tecnológico sería algo positivo
en todos los ámbitos de la vida y sobre todo en la educación, yo, que creía que
la tecnología cambiaría el mundo y que las futuras generaciones crecerían
felices entre avances, me despierto hoy oyendo el titular de la
primera noticia con la que amanece el informativo:
“Obligan a cerrar las pocas librerías que todavía permanecían abiertas por
el poco interés que tiene ya la sociedad en leer en papel. En su lugar, los
dueños de esas librerías pasarán a vender la literatura en formato digital o en
forma de audio-libro en varias páginas web.”
Hoy, 26 de enero de 2040, me he levantado de la cama y he permanecido
sentada en ella reflexionando sobre cómo ha cambiado todo en apenas 20 años. He
contactado con todos mis antiguos compañeros de DLL, entrenados hace años por
José Rovira, y de nuevo unidos y junto a nuestros gatos hemos creado un
ejército preparado para luchar contra el sistema y hacer una revolución
literaria capaz de traer de vuelta la pasión por la literatura y el olor a
libro.
¿Lo conseguiremos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario